La parodia gubernamental

2024. Patricio González

Hace poco más de un año un bronceado Pedro Sánchez salió a aquel balcón de Ferraz para decir que «somos más». Posiblemente, ni el gran timonel podría imaginarse que un año después las cosas derivarían en el gigantesco desorden que sufrimos. La última payasada, la última tropelía, esta parodia policial con el extorsionador de Puigdemont, danzando por Barcelona, para descrédito de todo y de todos.

Lo único que no ofrece dudas de este esperpento, es que los mozos hicieron exactamente lo que se les exigió: dejar que Puigdemont entrara en el corazón de España, quedara bien ante su apesebrado público y, a la vez, que Sánchez saliera bien parado con la investidura del ahora honorable Illa, antes ‘el de las mascarillas’. Objetivo conseguido, todo el mundo tranquilito y obediente.

Es más que comprensible que la prensa internacional se parta de la risa y haga mofa y befa del paripé, de esta parodia teatrera que no engaña a nadie. ¿Pero los propios paisanos? ¿No nos queda ya ni un mínimo de dignidad y espíritu crítico? Y hay una cosa que debemos dejar meridianamente clara, de esto no tendrá toda la culpa Sánchez, la tendremos nosotros, los españoles.

El problema del ‘Estado Español’ es que cada vez es menos ‘Estado’. La misma concepción de Estado conlleva estabilidad. En la parodia catalana participaron todos los que están en el ajo. El impresentable de Puigdemont, que votó la investidura de Sánchez a cambio de borrar sus delitos y volver a España sin problemas. El PSOE, que indulta y amnistía a los golpistas y coloca a Illa en la Generalidad y el PP, que mira hacia otro lado mientras tantea a Junts como nuevo socio, lo que explica el perfil verdaderamente demostrado. Y mira que todos estos vociferantes artistas nos tienen más que acostumbrados.

Estas parodias, cada día más frecuentes e insultantes, dan como resultado una casta impune ante la ley y, peor aún, un nuevo paso hacia la disolución nacional, que estos caraduras denominan pretenciosamente la España confederal o plurinacional para que duela menos. Otro triunfo del 78, puro constitucionalismo, pues aquí constitucional es lo que imponga el bien pagado Tribunal Constitucional y no la Constitución.

De entrada, a aumentar en número consejerías y contratados, son muchos los necesitados con el carné del partido. Los 16 consejeros del Gobierno de la Generalidad, entre los que hay antiguos cargos de Junts y separatistas de ERC, continuarán con la insoportable presión al uso del español, en esta parte de España que se llama Cataluña. «Oficializa la exclusión del español con la Consejería de Política Lingüística y mantiene las ideológicas: feminismo e igualdad, exteriores y acción climática». El honorable incorpora ex altos cargos de ERC y JUNTS: es un gobierno continuista con el más rancio separatismo. Vamos, más de lo de siempre, que hay que mantener al sátrapa en Moncloa, cueste lo que cueste.