No voy a hablarles ni de cambio climático, ni de trasvases, ni de Doñana. Lo que me preocupa es la sequía de ideas que evidencian nuestros políticos a poco más de un mes de la cita electoral del 28 de mayo. ¿Ustedes han oído propuestas originales o novedosas o todo se convierte en promesas y fantasías? Llega el periodo electoral y todo surge de la nada.
Tras la inauguración de plazas, parques, aceras o recintos, ahora nos llega una época divertida. Los que han gobernado estos cuatro años y desean continuar en el mando de operaciones pasarán de lo que pudo haber sido y no fue al ahora es posible; los que pretenden alcanzar ese poder entran en una fase de acoso y derribo, ya que todo lo que se ha hecho no vale para nada y la situación es dantesca; y los que entran nuevos en el tablero se ven como pollos sin cabeza intentando llamar la atención con un panorama desolador.
Es curioso ver desde fuera cómo algunos partidos se frotan las manos reeditando pactos, mientras otros sueñan con mayorías psicodélicas y unos pocos se agarran a cualquier clavo ardiendo.
Lo de las encuestas merece capítulo aparte, porque ya saben que la mejor encuesta se producirá el 28 de mayo. Ese es el día clave y a más de uno le dará un patatús, tiempo al tiempo, pero también vaticino que la noche electoral será exitosa para todos, ya que si algún partido se queda sin ninguna representación y se lleve un batacazo de narices le darán la vuelta a la tortilla y dirán que se inicia un periodo de transición. Jajaja. Estas cuestiones producen risa en la calle.
La ciudadanía quiere soluciones y no discursos huecos de ciudades idílicas que nadie se cree. La cesta de la compra por las nubes, las hipotecas disparatadas, los alquileres prohibitivos. El futuro no es halagüeño, porque todos miran hacia otras administraciones para intentar arreglar un problema.
El 28M tenemos una cita con las urnas. El ciudadano quiere que su calle esté limpia, quiere tener instalaciones deportivas que no se estén cayendo a trozos, que cuando tenga que tramitar una documentación en la administración vea agilidad y no un muro infranqueable, que la sanidad funcione, que los servicios sociales tengan respuesta, etc.
Me atrevo a decir que una campaña electoral aburre a las ovejas. El pueblo está inmerso en su día a día, en poder llegar a fin de mes, en intentar salvar escollos y en intentar ver la luz al final del túnel. Mientras tanto, otros suman, restan y multiplican para lograr los objetivos electorales.