Oh, Tarifa, no eres castillo de arena
sí, excelsa fortaleza de piedra;
sobre ti el rayo histórico fulge y hiedra
no cubre tu brillo en calma serena.
Ambos mares se abrazan se aserena
postrados a tus pies; Tarifa empiedra
suelos de sillares de noble piedra,
que resalta su gracia de sirena.
Tu cintura ciñe bella muralla
labrada por Eolo del que eres templo
y a ti, Diosa, va el céfiro a adorarte.
Tu isla es rocosa proa de gran talla
que se alza sobre el agua dando ejemplo
de cultura abierta para hermanarte.